viernes, 28 de septiembre de 2012

Con el corazón en la cubierta.








Desde niño supo que su vida estaría enlazada al mar como los ostiones a sus conchas, dicen sus padres que los primeros pasos los dio sobre la cubierta de un barco que luego fue parte de sus juegos infantiles.

Solo mirar de cerca a  Manuel García Rodríguez uno se percata de ello, desde a sus 18 años de edad comenzó a trabajar como pescador profesional, solo 10 años después le dieron la misión de capitán de barco, responsabilidad que lleva con orgullo hasta el día de hoy.

A pesar de su juventud su recia tripulación de marinos curtidos por el sol y el salitre lo respetan como a un padre, ellos saben que sus vidas depende de las decisiones que adopta ante las tormentas, no pocas veces sus aciertos los llevaron sanos y salvos a tierra firme.

Todos sus compañeros afirman que en los momentos de las corridas de langostas trabaja con tanta dedicación que los obliga a dejar detrás la fatiga y los agotadores fríos para continuar la faena hasta terminar de apresar la última de las conocidas como las reina del Caribe.

Manuel se asemeja a uno de esos personajes de novelas a pesar de su rudo trabajo, su tez morena, su franca sonrisa y su buen ánimo contribuyen a que la visita a su barco, el número 22 de la flota de San Juan y Martínez sea agradable y siempre acompañada por un buchito de café como solo saben hacer los marineros en alta mar.

Con un abrazo nos despedimos de Manuel y lo vimos partir timón en mano dando el barco un fuerte pitazo como  anunciando al horizonte que ya iban en busca de nuevas aventuras.

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