Quien cada día observe a Gregorio Guerra Delgado
barriendo las calles de San Juan y Martínez no puede imaginarse cuanta entereza
hay en este hombre que por su físico delgado y descolorido recuerda algunos
personajes trágicos cómicos de novelas.
El vive solo con su hermana enferma en uno de los
apartamentos más altos del edificio 9 plantas del municipio sanjuanero, desde
su balcón dice que observa cada tarde las calles del poblado en las que sobre
su pavimento ha dejado el sudor de toda su vida.
Mí querido Gollito como lo conozco desde la
infancia tocó un día a la puerta de mi casa y puso en mis manos una cartera de
mujer con 400 cuc en su interior para que lo diera a conocer por radio y
viniera su dueña a recogerlo.
Tomé en mis manos la cartera y confieso que estuve
mirando a los ojos de Gollito por varios minutos, me imaginé cuantas cosas
hubiera resulto para él y su hermana con aquella cantidad de dinero que no
había tenido durante toda su vida de trabajador de comunales.
En mis 22 años de ejercicio periodístico he
devuelto muchísimas cosas a personas que se le extraviaron y los que la
encontraron nos la entregaron para que se la hiciéramos llegar, pero esta era
única, no por su valor si no por la
satisfacción de estar rindiendo un homenaje a la entereza de Gollito, que como
bien dijo en esos momentos Pobre pero Honrado así me enseñó mi padre.
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