jueves, 7 de febrero de 2013

El día de la dignidad sanjuanera.







Cada vez que se aproxima un 21 de febrero y caminamos por las calles de San Juan y Martínez, municipio de Pinar del Río,  sentimos en nuestros pies las calientes cenizas que revoletearon a la luz del alba en igual fecha pero de 1896.

Si prestamos atención, podemos escuchar el llanto del niño que demoró con su nacimiento el inicio de las llamas en aquella sublime madrugada que fue recogida por la historia como el día de la dignidad sanjuanera.

También  los más sensibles percibimos  en nuestras almas el estremecimiento de nuestros antepasados que abandonaban el poblado cargado sobre sus cabezas las pocas pertenencias para sobrevivir en la manigua.

Por estos días miramos a nuestro entorno y vemos el fuego subir por las paredes convirtiendo cada casa en una antorcha, menos La Torre de la Iglesia, que  a pesar de las llamas, continuó replicando sus campanas hasta nuestros días llamando una y otra vez al combate.

Con toda esa gloria debemos mirarnos limpiamente a los ojos porque dentro de aquellos hombres y mujeres, estuvieron nuestros abuelos, el tío recién llegado de España, el vigoroso negro que también quemó al Ingenio Guacamaya, al asiático perdido en Vueltabajo en busca de fortuna, de todos ellos proviene la sangre que corre por nuestras sangres.

Abracémonos este 21 de febrero, unamos nuestros corazones en virtud de esa historia que corre por nuestras venas, en resumidas cuentas, El Día de la Dignidad Sanjuanera, nos corresponde a todos.



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