Millones
de niños deambulan hoy por el planeta sin protección alguna, muchos perdieron
sus padres a causa de las guerras, o fueron a las calles a luchar un pedazo de
pan para alimentarse.
Ese
enorme ejército de infantes, gran parte de ellos sin hogares son presas fáciles
de las organizaciones criminales existentes en el mundo para convertirlos en
mercancía con la cual enriquecerse.
Sus
destinos dan horror mencionarlos, la venta de sus órganos, el mundo de la prostitución
y la droga, su utilización como fuerza de trabajo barata y en muchos casos en
condiciones de esclavitud, son solo algunos de los mas tenebrosos.
Ninguno
de esos millones de niños viven en Cuba, esos males fueron erradicados desde el
triunfo de la Revolución
el primero de Enero de 1959.
En
nuestro país se aplica con profundo rigor lo establecido como derechos del niño
en las Naciones Unidas.
Hoy,
la crisis mundial que flagela al mundo agudiza la desprotección de los infantes
en el planeta, llegando con todas sus fuerzas a países de economías
desarrolladas como los propios Estados Unidos.
Cuba
demuestra una vez más que la protección de los niños no es garantía en un país
más o menos ricos, es solo fruto de políticas sociales que los sitúen en su
dimensión histórica, en su condición de esperanza del mundo.
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