Desde hace dos años tú
lucha por la vida nos caló el alma. No era solo por esa necesidad del hombre de
perdurar en el tiempo, estabas consiente de la necesidad de tu presencia.
Sabías del bálsamo que
depositabas en los corazones de los pobres de la América tus cantos, tu segura
voz, tu orientación como brújula histórica hacia la independencia de La
América.
Tu cuerpo heroico solo
cayó cuando las fuerzas físicas lo abandonaron, pero desde ese mismo momento,
desde tú último lecho te levantaste como un gigante, era la respuesta necesaria
para que la luz de tu ejemplo siguiera cabalgando por las praderas de nuestros
pueblos oprimidos.
Nos dejaste sobre todo
ese despertar del ALBA, esa urgencia de unirnos como un puño, esa voluntad de
compartir lo que tenemos, esa premura por ayudar a los pueblos golpeados por
los desastres del clima o los terremotos, ese sentimiento de sentirnos todos
orgullosos de ser latinos americanos.
Gracias Chávez, el
corcel de fuego que fecundaste en nuestras almas seguirá corriendo como la
eterna luz de las alboradas que nacen desde aquí, desde allá, desde todas
partes.
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