El 22 de marzo fue declarado por la Organización de
Naciones Unidas como el Día internacional del agua fecha a la que todos debemos
prestar atención por su relación con la prolongación de la vida en el planeta.
Hoy esa urgencia por
la preservación del medio ambiente alcanza niveles dramáticos pues está
relacionada con la necesidad de conservar el agua recurso natural que pudiera convertirse en las próximas
décadas en un factor desencadenante de
múltiples tragedias.
Importantes
analistas del mundo afirman que una botella de agua potable llegará a tener un
valor superior a una de los vinos más exquisitos del planeta, criterio que
compartimos ante la realidad que se vive en diversas regiones del mundo
relacionadas con el preciado líquido.
Cuba es un país que
depende por entero del agua pues sobrevive económicamente en gran medida de las
producciones agrícolas como la caña y el tabaco por solo poner dos ejemplos al
que se pudiera sumar los cultivos varios, la ganadería y el desarrollo
forestal.
Ello obligó al
estado cubano a construir un sistema de represas gran parte de ellas
interconectadas que trascienden muchas de ellas a los planes agrícolas y se
convierten en la fuente de abasto de agua potable para ciudades en las que
viven cientos de miles de cubanos.
La humanidad y los
cubanos como parte de ella no podemos
mantenernos cruzados de brazos ante esa realidad que ya atenta en no pocos
lugares contra la vida, restablecer las cuencas hidrográficas y poner bajo
estrictas medidas de conservación los afluentes y lagunas optimizando el agua
que poseen es un paso impostergable.
Efectivamente, el 22
de marzo fue declarado por la Organización de Naciones Unidas como el Día
mundial del agua todos deben meditar sobre ello y colaborar con el buen uso de
cada litro de agua potable como si fuera el mejor vino del planeta.
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