Según
Shakespeare: El amor, nace, vive y muere en la mirada, es quizás por eso que
los hijos miran al corazón de las madres y a los ojos de los padres.
Para
conocer a un buen padre solo hay que
observar como mira a su hijo, como lo acaricia, como lo carga sobre sus
hombros, o como lo lleva de la mano.
Pero
los padres también son el escudo protector de sus hijos, bien sentenció Platón
cuando afirmó: “No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y
transforme en héroe”.
Así
son muchos padres de San Juan y Martínez, con la mirada tierna hacia sus hijos, pero presto a convertirse en
héroes ante la menor amenaza que puede dañar a sus pequeños.
Existen
también en este municipio hombres que se han multiplicado en padres, como el
médico Sergio Piloña que convirtió el portal de su casa en consultorio público
y por las tardes los padres llevan cargados a sus hijos para que le atienda sus
dolencias.
También tenemos que agradecer a Jesús Barroso,
maestro desde niño que no tiene hijos propios pero los multiplica cada día en
las aulas con las enseñanzas de los números y las letras.
Otros
que pudieron parecer más severos pero que tienen también la ternura en sus
ojos, como Marcelo Guerra, el director de la Escuela Secundaria
básica Urbana Antero Fernández Vargas que tantas veces nos regañó para vernos
crecer sin jorobas.
Son solo algunos ejemplos de padres de
San Juan y Martínez que se multiplican por la patria grande, porque hombres así de buenos tienen que
existir para que el próximo domingo se nos inflame de gozo el corazón cuando
los abracemos y le digamos al oído, como un susurro, FELISIDADES PAPÁ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario